martes, 9 de octubre de 2012

El día del pollo

Uno de los días más traumáticos de mi vida fue cuando conocí a mis suegros. Ahora lo recuerdo con gracia, pero en ese momento fue complicado. Recuerdo que había preparado toda la comida cuando de repente el pollo se incendió. Sí, no se cómo pero se prendió fuego, no es que se rostizó un poquito o se le podía sacar la piel. Estaba encendido como un incendio de pollo. El horno estaba al rojo vivo, le tiré agua para apagar e hizo un fogonazo aun mayor que no se podía apagar de ninguna manera. Parecía un fogón, pintaba para traer la guitarra y tocar el oso o alguna de esas canciones de repertorio de campamento. Pero en ese momento cundía el pánico, no era tan gracioso, así que lo que se me ocurrió fue agarrar el matafuegos del pasillo y tirar. Pero el matafuegos estaba descargado. Así que agarré el del piso de abajo, no podía tener tanta mala suerte, ese funcionaba. Suerte no sé si fue lo que tuve, porque la cocina me quedó hecha un desastre, parecía la cocina del Rey Momo. Toda llena de esa sustancia blanca que tira el matafuegos, estuve un día limpiando después de eso y no salió todo, tardé un rato largo para que terminara de salir. La transpiración que tenía, el olor a quemado que había en la casa, era todo verdaderamente tragicómico, para filmar. Si hubiera hecho una película o hubiera tenido una cámara y después eso lo subía a youtube, me hacía la plata. Bah, no sé si la plata, pero de seguro que hubiera tenido muchísimas visitas. El olor nunca se terminó de ir hasta una semana después, aunque tiré desodorante de ambiente, se matizó un poco, pero nunca se fue. Quedó una mezcla de desodorante y olor a quemado. Qué hice con la comida, delivery. Fuimos todos felices, mis suegros se murieron de risa de lo que pasó.